Opinión

El 2022 pinta bien para reducir la pobreza infantil, pero …

No se puede descansar solamente en las ayudas del gobierno federal como el antídoto a la pobreza.

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El año 2022 pinta bien para el bienestar económico de las niñas, niños y jóvenes de Puerto Rico, pero hay que trabajarlo. De no ser así nos corremos el riesgo de irnos por la tangente y terminar reflexionando en lo que pudo haber sido y no fue.

El 2022 pinta bien tomando en cuenta que miles de familias son elegibles para recibir el Child Tax Credit (CTC) o Crédito por Menor Dependiente, lo que significa $3,600 por menor de 0 a 5 años y $3,000 para los de 6 a 17 años. Mientras, el Crédito por Trabajo es otro beneficio que las familias pueden recibir. La organización Espacios Abiertos estimó que 55,000 contribuyentes pueden sobrepasar los niveles de pobreza con este crédito, que se sufragaba con fondos estatales, pero para el 2021 y años venideros el gobierno federal hace una aportación de hasta $600 millones anuales.

Dada esta expansión, la Ley 41 del 2021 aumenta las cantidades que las personas elegibles pueden recibir, extendiéndolas hasta $6,500 dependiendo del ingreso y del número de dependientes. Los fondos de recuperación de FEMA se están sintiendo en la calle, pues 38% ya han sido distribuidos y casi el 100% de los fondos de la Ley CARES se han desembolsado, según COR3. De los Fondos de la Ley de Rescate Americano que comenzó en marzo de este año, se han desembolsado 14% de los más de $4,000 millones comprometidos. Aquí hay que aligerar el paso.

Además, el empleo reportado por el Departamento del Trabajo y Recursos Humanos (DTRH) en octubre fue de 8%, el número de empleados está en su nivel más alto desde el 2017, y también creció el número de personas en la fuerza laboral. Y tal vez el éxodo de puertorriqueños al norte ha cesado. Aunque el Censo del 2020 se condujo bajo condiciones inusuales, el mismo muestra un aumento poblacional con respecto al 2019, el segundo en dos años. El proyecto de Reconstruir Mejor (Build Back Better) en consideración por el Senado federal también puede traer buenas noticias para Puerto Rico. Los más comentados son la paridad en Medicaid y el programa de Seguridad de Ingreso Suplementario, pero hay una plétora de fondos adicionales que nos beneficiarían.

Tal vez en el 2022 se rompe la tendencia de una tasa de pobreza infantil de alrededor de 57% que ha dominado las últimas dos décadas. Y nos preguntaremos, ¿a quién no le gusta un dulce? Sin embargo, las ayudas federales a las familias con niños, niñas y jóvenes tienen un impacto menor en la pobreza de Puerto Rico que en Estados Unidos. Esto se debe a que muchas de estas familias no tienen una persona empleada y sacar a personas que no están empleadas de la pobreza requiere mucho más dinero que con aquellas que tienen ingresos de trabajo. En promedio, se tendrían que aumentar los ingresos de las familias con niños y niñas en 60% para sacarlas de la pobreza. En Estados Unidos se tendría que aumentar el ingreso en 48%. Así que las familias con menores aún necesitan una ruta hacia su movilidad económica y muchas familias por encima del nivel de pobreza no tienen seguridad económica. Es por esto que no se puede descansar solamente en las ayudas del gobierno federal como el antídoto a la pobreza.

El gobierno de Puerto Rico tiene un rol importante que jugar en complementar estas ayudas, como lo hacen muchos estados. Por ejemplo, seis estados complementan el SNAP para expandir ayuda nutricional a poblaciones que quedan fuera de las regulaciones federales; siete estados complementan el CTC. Hay también extensiones de los estados al programa de SSI y casi todos aportan al programa de Child Care. En el Instituto del Desarrollo de la Juventud reiteramos la necesidad de que el sistema de protección social apoye a las familias que trabajan, pero que ganan poco. Esto se logra reduciendo la caída abrupta de beneficios y con aportaciones estatales cuando las jefas o jefes de familia se insertan en la fuerza laboral.

También hay que asegurar que hay un sistema de apoyo en pie y funcionando efectivamente para los y las trabajadoras que incluya centros pre-escolares y de cuido, maneras articuladas para que los adultos obtengan su diploma del grado de escuela superior, actividades luego del horario escolar, adiestramientos efectivos y opciones de estudios post-secundarios.

Es precisamente en todo esto donde está el riesgo de irnos por la tangente. Estas cosas no suceden porque sí, por casualidad o con un ‘’déjame ver lo que puedo hacer’'. La reducción de la pobreza infantil sucede solamente con liderazgo, en forma intencional y deliberada. El 2022 puede pintar bien para reducir la pobreza infantil, pero hay que trabajarlo.

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